Había una vez una libreta que iba y venía. Es la libreta del Principito que empezó sus andadas hace ya muchísimos meses. Billete de ida y vuelta entre dos mundos increíblemente semblantes pero infinitamente diferentes, dispares y a destiempo. Pero en los dos mundos se habla un idioma nada común e incomprensible a la mayoría.
Este idioma tiene más de locura que de cordura; más de sueños que de realidades; más de tempestad que de calma; más de incomprensible que de entenedor. Pero se agradece poder hablar el mismo idioma de vez en cuando. Y este idioma provoca que en las hojas de la libreta la conjunción de dos dones que pueden complementarse dé vida a un tesoro peculiar. Un tesoro para pocos, pero un tesoro.
Individuos con suerte que comparten efímeros momentos de esos que suman a lo grande. Momentos que pintan de un color los lugares, y alguna flor. Momentos que dan forma a las ideas. Momentos que se repiten muy de vez en cuando.
Y es que lo bueno, si es breve, dos veces bueno.
Ahora tengo deberes y hojas en blanco.
© TOni CerVera, 2014
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