sábado, 3 de noviembre de 2012

Aventuras y Desventuras de un Caballero Cualquiera VII - 2/11/12


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Y después de varios días de recogimiento y meditación, decidióse al fin a salir de casa. Abrió el postín y dirigió su mirada hacia el horizonte. Aún no despuntaba el sol, pero la vida en la aldea comenzaba a despertar. Entró de nuevo en casa, tomó manzanas como desayuno y dirigióse  al armario donde guardaba su tesoro. Lo abrió y quedóse observando con detenimiento aquella magnífica armadura que durante tanto tiempo fue su segunda piel. Era escaso su brillo por el paso del tiempo en desuso, pero aún así los fileteados dorados llamaban mucho la atención.
Sacó pues su armadura y la colocó encima de la mesa en el centro de la habitación. Estaba a punto de empezar una ceremonia que hacía mucho tiempo que no realizaba: pulir todas y cada una de las partes que componían su lustrosa segunda piel.

Recordaba haberlo hecho sólo en dos ocasiones: la primera para las nupcias del señor conde, y la segunda el día antes de partir de su palacete en busca de aventuras y desventuras. Esta vez también era una ocasión muy especial pues no todos los días parte uno hacia Tierra Santa. Perdió la noción del tiempo trascurrido mientras realizaba con sumo esmero dicha tarea. Pieza a pieza iba puliendo con extremo cuidado y delicadeza. Y mientras sostenía cada una de ellas en sus manos, el recuerdo de alguna batalla o hazaña le invadía. Cerca de la hora del ocaso acabó su cometido. Apartóse unos pasos de la mesa para contemplar la belleza del conjunto. Pocas armaduras estaban tan trabajadas y adornadas con motivos tan bellos. Recordó que cada uno de esos motivos tenía un importante significado para él, los recuerdos que habían marcado su vida. Y pensó que le faltaba uno: el recuerdo de lo vivido en estos tiempos y este lugar, que significó desprenderse su armadura.

Como no conocía orfebre en la aldea ni en sus alrededores, cogió cincel y maza de madera y se dispuso a hacerlo él mismo. En la parte frontal de su armadura, a la altura del pecho, más cerca de la abertura para el brazo izquierdo que del centro, empezó a trazar lo que quería parecerse a un corazón. Un corazón lleno de cicatrices.
Este ornamento no estaría fileteado en dorado, ni brillaría a la luz del sol; pero estaba grabado en la armadura con sus propias manos. Así pues si alguna vez lo olvidase, sólo tendría que dirigir su mirada hacia el pecho para recordar que debajo latía con fuerza y sin miedo su corazón.

Acto seguido cogió su espada, a la que sacó brillo y afiló. Ligera como una pluma, equilibrada como una balanza y fuerte como el diamante. Cuando la empuñaba sentía cómo formaba parte de él, y una fuerza sobrenatural le invadía apartando cualquier miedo o temor de su ser. Dirigióse después al cajón donde guardaba la daga que le regaló su gran amigo tiempo atrás y con la que estuvo apunto de atravesarse el corazón unos meses atrás. Limpióla con extremada precaución y afiló con exagerado cuidado, pues no quería por ningún motivo que desapareciera la inscripción que había en su hoja.

Ya lo tenía todo dispuesto para su marcha. Ahora sólo quedaba descansar y partir al encuentro de las tropas a las que se uniría para emprender el gran viaje hacia el este. Tiempo ha, antes de cualquier batalla se había apoderado de él temores y fantasmas de batallas pasadas; pero esta noche estaba muy tranquilo por la batalla que iba a afrontar, pues sabía que difícilmente iba a volver.

Dejó el ventanal abierto de par en par para que la luz de la Luna le bañase durante sus sueños. Arrodillóse alzando la mirada hacia el cielo y fijó sus ojos en el blanco del tan bello astro. Rezó por lo que quedaba de su alma y ofreció otras oraciones por todas las almas con las que se había cruzado. Acto seguido tumbóse en el montón de paja i abrazó el pañuelo bordado con flores que tiempo atrás le regaló la doncella de iris color cielo. Cerró los ojos e imaginó su olor, pero ya no podía.

Y así pasó su última noche en la aldea que le había devuelto el latir a su corazón.
………

Nota del autor: no hay capítulos V y VI pues se perdieron en partes de la memoria que no se puede recuperar.

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